La Vía Ferrata de la norte del Cid, se encuentra en la població de Petrer. En la conocida sierra o silla del Cid. Existen varios accesos, desde la carretera, para llegar a la base de esta, por Agost o bien desde Petrer.
Hasta allí nos desplazamos Jaime, David, Hortensia, Juan y un servidor. Ataviados con todo lo necesario: cascos, mochilas con agua, Arneses, disipadores de energía, baga de seguridad para descanso, etc.
Dejamos el vehículo al inicio de la cuesta del camino forestal y andando llegamos hasta el inicio de la ferrata. Nos equipamos con todo el material y Jaime revisó cada uno de nuestros equipos, Juan por problemas técnicos con su calzado, decidió el ascenso a la cumbre por el PRV que rodea la sierra por la otra cara.
Los primeros metros, fáciles, unas cadenas, algunas grapas, incluso escalones de tierra para ascender al siguiente tramo. Sin mucho caer en la cuenta, el día se nos iba, al poco y antes de comenzar la parte más difícil tuvimos que encender nuestros frontales.
Mi primera ferrata, mi primer bautismo... y anocheciendo, de pronto Jaime que iba abriendo paso, comentó que las grapas se acababan, había leído un post el día anterior en internet sobre esta ferrata, exigente y que en algunos tramos deberiamos escalar con manos y piés directamente sobre la roca, así que me esperaba dichos tramos con presencia unicamente de la línea de vida.
Primero Jaime, a continuación Hortensia, después yo y por último David cerraba el grupo por detrás. Una especie de canal en diagonal atravesaba la pared vertical y por ahí tendriamos que trepar, cogiéndome de las rocas y asegurando mi cuerpo concenciudamente, intentaba avanzar lento pero seguro.
David por detrás iba animando.
De vez en cuando, un grupo de grapas, nos daban un respiro, aunque la pared era más lisa y vertical cuando aparecían, a mí me daban una sensación de mayor seguridad.
Acabamos con el primer tramo. El segundo tramo, más metros de ascenso sin grapas y un poco más aéreo que el anterior. La oscuridad de la noche se alió conmigo y con mis miedos. Gracias a que cuando miraba hacia mis pies, solo veía la figura de David que avanzaba por detrás, y nada más, me ayudó a afrontar mejor la escalada.
Tercer y último tramo, aparecían de nuevo mis queridos elementos de seguridad, cadenas y grapas. La pared más vertical y lisa... resbalaba.
Al poco David comenzó a decir que oia la voz de gente, yo sinceramente no oía nada, solo el aire que de vez en cuando hacía acto de presencia, un aire que soplaba a su antojo, cuyo único obstáculo era aquella pared que nosotros estábamos ascendiendo.
Poco a poco y a medida que restaba metros para llegar a la cumbre, comencé a oir a aquella gente que 5 minutos antes David decía que había oido. La cumbre estaba cerca. Unas cuantas grapas más y la curvatura del terreno hacia la horizontalidad indicaba que ya habíamos terminado.
Juan nos esperaba arriba, junto con un grupo de gente que conversaba en la cima. Volvimos a pié hacia el coche, por el mismo PRV que Juan había usado para subir. Cenamos y comentamos la experiencia y de vuelta a casa.
Ficha de la ferrata:
Tiempo de ascenso: 1 h, 45'
Longitud: 300 metros.
Desnivel: 298 metros.
Orientación: Norte
Dificultad: 4/5
Vértigo: 4/5
Material: 4/5
Construcción: 1971-2002
Estuvo muy bien. Toda una experiencia lo de la nocturnidad... Repetiremos.
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