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domingo, 18 de mayo de 2014

Transvulcania 2014 y la isla de los volcanes

Los retos, son los que hacen la vida interesante, superarlos es lo que hace que tenga sentido. Joshua J. Marine 


Arribamos con la guagua (así es como llaman los canarios a los autobuses) al faro de Fuencaliente, todavía no habían asomado las primeras luces del alba. Bajando del autobús, noté los primeros latigazos de un fuerte viento que sería un compañero más en el lugar de salida. Me acordé de Rafa, que la noche anterior apuntaba a que deberíamos llevarnos algo de abrigo para recogerlo en meta y no enfriarnos. Menos mal que escuché su consejo e hice caso, las temperaturas no eran bajas, sin embargo nadie había contado con ese factor y la sensación térmica cambió bruscamente.




El speaker se apresuraba en decir que no aguardáramos hasta el último momento para cargar la ropa en el vehículo, aunque hicimos caso omiso y abrigados intentamos resguardarnos detrás del edificio del faro. Cualquier probabilidad de refugio por pequeño que fuese estaba ocupado por corredores, había que tener cuidado de no pisar a nadie.



El tiempo continuaba pasando, y a falta de menos de una hora decidimos levantarnos y acercarnos hasta el camión, era el momento de desprenderse de la chaqueta. Nos apresuramos en meter la ropa en la bolsa habilitada para tal fin y la echamos dentro del vehículo. A la izquierda y abajo, cerca de la playa, vimos como la gente se agolpaba..., no me había dado cuenta antes de que la salida estaba colocada allí. Así que bajamos, pasamos el control y nos situamos en la cola de salida. El viento allí parecía dar alguna tregua.



Poco a poco iban llegando todos los corredores, a falta de 15 o 20 minutos, se colocaban en cabeza los corredores profesionales. En un abrir y cerrar de ojos el speaker anunció la salida y la marea humana comenzaba a moverse. En los primeros compases, solo podíamos andar y muy despacio. En la primera cuesta, la gente se agolpaba al final de ella cual rebaño de ovejas saltando por encima de los obstáculos, tenía su puntazo cómico.



Prácticamente no nos movíamos, así que decidí salirme del sendero marcado y pisando arena blanda de la playa, comenzamos a subir y adelantar a corredores, Iván y Jose me seguían, Rafa decidió tomarse las cosas con más calma.

La pendiente no daba tregua, unas veces más suave, otras veces más abrupta, pero siempre pendiente. Aparecían las primeras luces del alba, el color oscuro característico de aquellos paisajes comenzaba a contrastar fuertemente con la luz clara del día. Al poco abandonábamos la senda y nos internábamos en un camino, podíamos abrirnos y descansar de ir pendiente del corredor de delante para poder superarlo.

Al poco llegaríamos a Los Canarios, los ánimos, las palmas y la ovación de la gente empujaban, sin darte cuenta las pulsaciones se disparaban porque además seguíamos subiendo. Al poco, los corredores profesionales de la media maratón comenzaban a cogernos y nos apartábamos para que pudiesen pasar. Hice un intento de apartarme de la cola de los corredores de la ultra y seguir a un corredor de la media, al principio me pareció que llevaba un ritmo que podía seguir, transcurridos unos segundos detrás de él me di cuenta que si lo seguía pronto terminaría mi carrera.



Miré hacia atrás y Jose ya no nos seguía, del grupo inicial, Iván y yo íbamos en cabeza. Nos alternábamos delante, a medida que pasaban los kilómetros, aunque pronto perdería de vista a Iván, su ritmo más fuerte que el mío, iba dejándome atrás poco a poco. Mientras paraba para quitarme la zapatilla y limpiar el interior de arena, Iván me miró sorprendido y me comentó algo: "has visto a ese?", no me dí cuenta, pero alguien cayó y se dio de bruces, su cara parecía un cristo, chorreaba la sangre. 



Las arenas tintadas por el oscuro pasado volcánico se abrían ante nuestros pasos, a más de mil metros del nivel del mar, todavía seguíamos pisando arena, era como si al coronar la siguiente cima, nos fuésemos a encontrar con la orilla del mar, aunque esta, ni siquiera podía verse, incluso intentando hacer un esfuerzo para poder divisarla desde el pico más alto, un mar de nubes blancas, se interponía entre nosotros y el atlántico. Llegábamos a las deseadas, km 16.5. Alguien de la organización me comentó apuntando al siguiente pico, que ese sería el último en ascender y que después llanearíamos hasta bajar al refugio.

Después de ese pico, la pendiente, daría algo de tregua, tornándose en sentido negativo, comenzamos a descender, de forma muy suave para llegar al área recreativa del Pilar. Cresteando por zonas muy bonitas de sendas marcada con piedras, en otros lugares, el sendero solo dejaba paso a una persona, a izquierda y derecha los acantilados interminables ponían los pelos de punta, a la vez que sorprendía la belleza del lugar.




Al llegar al avituallamiento del Pilar, encontré a Iván, él salio antes que yo para poder atender otros menesteres asociados con sus intestinos para que así y de esta forma pudiese volvernos a ver otra vez. Poco tardé en estar allí, mis botellas todavía estaban llenas de agua y después de comer un poco "dulce de batata" (tengo que reconocer que está bien bueno), dejé el avituallamiento y continué.




Un largo y tortuoso camino forestal me esperaba hasta llegar al siguiente avituallamiento, el reventón. Ya comenzaba a notar los kilómetros en las piernas y los esfuerzos de las primeras subidas comenzaban  a pasar factura, prácticamente hice todo este trayecto trotando. Durante este tramo, la parte anterior del dedo gordo del pié derecho, comenzaba a doler, por un momento empecé a dudar, por un momento pensé que cabía la posibilidad de que si esto iba a más pudiese ser motivo de abandono. Llegué al avituallamiento, me quité la zapatilla y moví el calcetín a la altura de donde me dolía, me puse crema solar en los hombros y brazos y sorprendentemente apareció de nuevo el incombustible Iván. Me contó que había retrocedido para buscarme, porque pensando que estaba más atrás... Le dije que esto no lo volviese hacer más, cualquier metro que hagas de más, en estas carreras, puede suponer entrar en meta o no.




Continuamos juntos, un rato, hasta que yo empecé a notar que algo no iba bien. Sería entre el kilómetro 32 al 35. Mis piernas no respondían, las subidas eran un calvario y solo en las pequeñas bajadas encontraba un poco de alivio. Iván se perdió y yo me había convertido en un "caminante" (alusión a la serie televisaba "The Walking Dead"). Así no podía continuar, así que eché mano de un ibuprofeno y un gel de cafeína, justo coincidía con la llegada al avituallamiento del Pico de la Nieve. Con una manguera, rociaban de agua la cabeza de los corredores, me mojé la cabeza y la gorra. Parece que aquella mezcla de agua-gel cafeína-ibuprofeno me hizo resucitar. Volví a coger unos ritmos parecidos a los anteriores y comencé de nuevo a tirar. Trotaba en las rectas, andaba deprisa en las subidas y me dejaba caer en las bajadas.



El paso por el pico de la cruz fue bastante fugaz, cogí un  bocata y me lo comí mientras andaba, a lo lejos veía las cúpulas del observatorio del roque de los muchachos, suponía el fin del ascenso, por el momento, ello me animaba a seguir empujando. En el box habilitado para los corredores no se podía estar, mucho calor, y mucha gente, así que cogí un plato de macarrones fríos, aquello no había forma de metérselo en el cuerpo. Llené las botellas, me mojé la cabeza de nuevo e inicié la marcha.

Comenzaba a estar casi recuperado del todo, así que empecé a trotar y bajé los 18 kms de bajada a muy buen ritmo, no sé a cuantos corredores pasé..., pero lo que sí se es que adelanté a muchos de ellos, como cosa curiosa, encontré a gente andando de espaldas hacia atrás..., estaban destrozados muscularmente y las rodillas no les aguantaban más.



Llegué al puerto de Tazacorte, pronunciaron mi nombre y me vine arriba otra vez, aquello era una fiesta, la playa al lado y la gente te ovacionaba y aplaudía a tu paso, la carrera prácticamente la tenía en el bolsillo. A un corredor que venía detrás de mí, le pedí que sacase el último gel de mi mochila y mojándome la cabeza , por enésima vez, intenté dar el último empujón.



Dejé la playa atrás y comencé a subir por un barranco (con lo que me gustan a mí), las paredes escarpadas por la erosión del agua eran alucinantes, a los 2 o 3 kilómetros dejábamos el barranco, para subir por una de sus laderas y conectar con el barranco de las angustias (ahora ya se porque le llaman así), desnivel de 300+ para llegar a la recta final a meta. Subí a muy buen ritmo, otra vez y andando, comencé a adelantar a gente, en una de las curvas llegué a divisar a Iván, lo llamé, pero estaba como descolocado, incluso hizo un gesto con la mano que no entendí. Cuando llegué a su altura, me comentó que se había desmayado y que había estado un buen rato para poder recuperarse y volver a caminar.

Intenté trotar cuando coroné la cima del barranco, pero los músculos cuadriceps comenzaban a fascicular, de un momento a otro sufriría un calambre, así que me calmé y comencé a caminar. a los 5 minutos lo volví a intentar, la gente animaba pero no podía arrancar, no todavía. Llegando a la penúltima curva, arranqué y esta vez no dejé de trotar hasta la meta.




Quería dar las gracias a Rafa, Iván y Jose, sin su compañía, este viaje hubiese sido muy difícil.

También dar las gracias a toda nuestros vecinos Canarios, han puesto el listón muy alto en hospitalidad y amabilidad.

En cuanto a la organización de la carrera, un notable. No pongo sobresaliente, porque se de gente que venía detrás y parece ser que faltó agua en algunos avituallamientos. En cuanto a los equipos de salvamento y voluntarios, un 10, estuvieron a la altura en todo momento.





2 comentarios:

  1. Gran crónica y gran carrera que has hecho Elías, enhorabuena! Para mi ha sido un placer compartir un poco de esta aventura contigo.
    Yo tengo mi crónica hecha hace días pero no la publicaré hasta llegar a casa y editar el vídeo, ya tengo ganas!
    Un abrazo

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  2. Telita compare... Escarpias me poblan los brazos. Vaya aventurón... Aunque no sé si acabaste una carrera o salías de la mina 14. Ya lo disfruté ayer, ¿quie´n dice que los lunes no son bonitos? Gracias por la pasión.

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