El domingo 6 de octubre participé en la IV Edición de Botamarges. Juan, Pez, Juankir, Alberto y yo nos preparábamos junto a unos 300 y pico corredores más en el arco de salida. Una mañana fresca y despejada con una ligera brisa, auguraba ausencia de nubes y también de lluvias.
Llegando a Villalonga |
La primera gran subida, la afrontamos sin ningún problema, Juankir y yo
nos adelantamos unos metros al resto, íbamos conversando animados y los
kilómetros pasaban sin darnos mucha cuenta. El primer avituallamiendo
sólido, Villalonga nos veía llegar con las primeras luces del alba, era
el kilómetro 11. Una vez que todos nos habíamos reagrupados, comenzamos
de nuevo la marcha, dejando Villalonga detrás y adentrándonos en la vía
verde del río Serpis. Pronto llegamos a unas tuberías que cruzaban el
río. La organización las había equipado con dos redes y cables de acero a
los lados, había que cruzar apoyando los pies, uno en cada tubería.
Subiendo a la Safor, Alberto y Juan |
Juan y yo, al salir de estas tuberías nos perdimos en una de las
encrucijadas, menos mal que pronto nos dimos cuenta y podimos dar la
vuelta. Pasamos unos cuantos túneles antes de llegar a la subida más
abrupta de todas, el alto de la safor. El ascenso era de 800 metros en
tan solo 4 kilómetros, así que comenzamos nuestra penitencia hasta la
cima. El pequeño valle que conforma la cima con su imponente nevero es
espectacular. Al poco comenzamos el descenso, senda un tanto técnica
pero bastante "trotona", amentamos un poco más el ritmo mientras
bajábamos. Avituallamiento sólido a mitad de bajada. Después de esperar, a ver si llegaban Juan y a Alberto, decidimos continuar la marcha. 3 Kilómetros más y terminábamos la bajada, ya estábamos en el kilómetro 30.
Justo antes de coronar la Safor |
A partir de este momento, comenzaron
ciertos calambres en los cuadriceps internos. Pez y Juankir continuaron
sin mí. Desde el "Barranc dels Bassiets" hasta el "Colladet de la Comba"
fué un suplicio, no daba un paso sin notar que el músculo se volvía a
engarrotar. Cuando llegué a la cima, continué andando, esperando que
pasara pero cuando intentaba iniciar la marcha, la pierna avisaba.
Llegúe hasta el siguiente avituallamiento (Almirall, Km. 40), convencido
de que aquí terminaba mi carrera. Alguien de "Cruz Roja" me ofreció un
poco de Réflex y alguien a través del teléfono me animó a continuar,
posiblemente sin esas palabras de aliento lo hubiese dejado.
Intentando mantenerme a raya |
Al poco de dejar ese último avituallamiento, comencé de nuevo a trotar, dolía pero los músculos parecían como más estables, ya no querían avisar contrayéndose involuntariamente. Al poco dejaba la pista donde había recuperado de nuevo mis piernas para bajar por la senda que cruza el río Gallinera y lleva a Benirrama. Otro avituallamiento y alguien me prestó crema para mis músculos, era como un bálsamo. Continuaba confiado, pensando que los calambres habían desaperecido y que ya no volverían más. Pero el ascenso a la siguente cima me devolvió de nuevo a la realidad, esta vez, los dos a la vez me dejaron paralizado, me agaché, agarrando los cuadriceps con las manos e intentando estirar hacia abajo, una vez que conseguí que todo volviera a su sitio, continué andando. En las bajadas, incluso, no podía trotar, puesto que cuando lo intentaba, otra vez se engarrotaban y tenía que parar. Poco a poco, me recompuse de nuevo, los calambres me daban un respiro y volvía otra vez a trotar. Adsubia, Km. 53, ya lo tenía. Dejo el avituallamiento, otra buena huntada de crema, y a por la siguiente subida, corta pero intensa, sabía lo que iba a ocurrir cuando terminase con ella, así que lo hice con paciencia, sin prisa. Mientras tanto me crucé con alguien que bajaba porque no se encontraba bien, le ofrecí mi compañía hasta el final, pero creo que tenía suficiente con "la pájara" que había cogido. Este fué el momento de más calor para mí en toda la carrera.
Alterné varios kilómetros, andando y trotando, hasta que llegué al avituallamiento de "Canteras de Forna", desde aquí hasta el final, prácticamente caminé.
Gracias a Juankir, Pez, Alberto y Juanito, me hicieron pasar un gran día. Enhorabuena a todos y en especial a Juanito y Alberto por completar esa gran carrera. También pude conocer, por fin, al gran Miguel Flor, buena gente. Acompañó a un amigo durante la segunda mitad de la carrera que por lo visto no iba muy bien.
La organización de la carrera, un 10, con recursos muy limitados dieron respuesta a todas nuestras necesidades, Bravo!!
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