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lunes, 18 de mayo de 2015

Semana de descarga

La semana siguiente del Trail Solidari Alcoi ha servido para recuperar un poco, aún asi han caído casi 50 kilómetros de carrera y 42 de btt, no está mal para ser una semana de descarga.

Lunes, sesión de bicicleta indoor y gimnasio. 

Miércoles 12 kilómetros de asfalto, sin forzar demasiado. 

Viernes fueron 14 kilómetros "outroad", subiendo a Z3 en alguna cuesta, sin pasarme demasiado. 

El Sábado quedamos bien temprano, JoseMi y un servidor, fuimos hasta la Sierra de las Águilas, yo conduje hasta ella y JoseMi hizo lo propio a la vuelta. La ruta fué espectacular, la bajada de la sierra demasiada técnica para mi, así que no dudé en echarme mi Mérida Big Nine al hombro y caminar pendiente abajo, encontramos una vía nueva, a través del cauce de una rambla. En la úlitima bajada, un tanto pronunciada de la sierra de Foncalent, aterricé y mi mano derecha se llevó lo peor de la caída. Aún así fue muy divertido.



El Domingo terminé con un trail por la Escobella, hice el recorrido largo de 20 Km y 700+, JoseMi y Carlos me acompañaron. No quería forzar demasiado, pero con esta gente de Atotrapo que son unos leones, me tocó apretar.

Parece ser que mis nuevas Adidas Supernova Riot 6 no han sido las que han causado el problema en mi banda iliotibial, creo que todo es fruto de la casualidad. Sigo acumulando kilometros con ellas, mis músculos parecen adaptarse progresívamente cada vez más a ellas, a pesar de estar fabricadas con bastante drop, si las comparamos con mis anteriores Saucony Xodus 4.0. La amortiguación y la comodidad compensan muchísimo esa extraña sensación.

jueves, 14 de mayo de 2015

Trail Solidari Alcoi 2015

"Sólo los que intentan lo absurdo puede lograr lo imposible". A. Einstein


Como el que no quiere la cosa, espontáneamente, así es como decidí enrolarme para participar en esta prueba. No haber terminado el desafío lurbel en Riopar, fue suficiente empujón para intentar terminar de una vez por todas, con los malos rollos que me pasaban  por mi cabeza. Por eso, en cuanto Juanma de " a to trapo", abrió la puerta para un miembro más en uno de los equipos..., no lo pensé dos veces y me colé.

De los otros tres miembros, sólo había entrenado con Ramon, a Rafa lo había conocido en una comida y nada sabía de Alberto. Tampoco me importó, mi objetivo no era hacer la carrera de mi vida, sólo quería comprobar que mi mente y mis piernas estaban en su sitio.





A las 8:30 de la mañana se dio la salida. La temperatura a esa hora pronosticaba que no iba a ser un día fácil y que ello daría paso a un calor sofocante, sufrí unos cuantos calambres, sobre todo en las transiciones, cuando pasabas de correr a andar y quería seguir con un buen ritmo, Alberto se apeaba en el kilómetro 40, no podía más y prefirió no continuar. Ramón y yo parecíamos estar bastante bien, aunque Rafa, no lo estaba tanto. Supongo que después de terminar una Maratón de Sables, su cuerpo no estaba al 100%, así que a partir de este kilómetro, aunque en algunas bajadas nos dejaríamos caer, prácticamente anduvimos los restantes 8 kilómetros.


513 participantes atravesaron la meta y yo fui uno de ellos.





Como conclusión final: Hay que empezar a cuidar mucho la hidratación a partir de estas fechas. Hidratarse no significa beber sólo agua, el agua por sí sola, en esfuerzos de este tipo no sirve de mucho.




Creo que he cumplido mi objetivo, mis rodillas y mi mente están listas para el siguiente reto... el Gran Trail Peñalara.

martes, 28 de abril de 2015

No pain, No gain!

Paso por el Padroncillo

Ya han pasado dos semanas desde que se disputó el desafío lurbel en el calar del río mundo. Donde tuve que abandonar en el kilómetro 21 (Una media maratón), aquejado no sé exactamente de qué!!, posíblemente, síndrome de la banda iliotibial o bién una sobrecarga del tensor de la fascia lata a punto de desembocar en lo anterior.

Lo que no me cabe duda es que en la primera pendiente pronunciada de bajada comencé a notar esas malas sensaciones en mi rodilla derecha y lo peor fué, qué intentando controlar la velocidad para no sobrecargarla en exceso y no producir el fatídico pinchazo que me haría parar en seco, comencé a notar dicho dolor en la pierna izquierda (20 minutos antes, tomé un ibuprofeno, para mi suponía una garantía para terminar la prueba); una pierna que suponía estaba sana. Esto me descolocó e hizo que fuese el resto de los kilómetros pensando en mis piernas, dejé de comer y de beber, dejé de llevar el control de lo que se supone que es lo básico para afrontar una carrera de estas características.

No sé donde hubiese llegado si hubiese forzado la máquina, tampoco sé si hubiese merecido la pena acabar agonizando y pasarme las siguientes tres semanas en el dique seco, en vez de 10 días. Así que mi decisión fué abandonar la prueba.

Después de esa decisión, estar en meta y ver como entran el resto de corredores y tus amigos, no sé si es muy buena medicina, pero te das cuenta de lo que has hecho, se sienten muchas cosas..., desazón, arrepentimiento, conformismo, desilusión... creo que lo más importante, después de haber caído es levantarte rapidamente y comenzar a caminar de nuevo. Así que ese mismo hice, nada más llegar a Alicante, comencé a planificar mi recuperación, tanto física como mental.

Prácticamente, pasaron 4 o 5 días, sin hacer ejercicio físcio, me dediqué a organizar los muebles de mi cabeza. Después comenzaron los estiramientos y las largas sesiones para fortalezar abductores y gluteo medio en el gimnasio, además de las piernas.

Las sesiones de punción seca en el fisio para volver a poner la fascia lata en su sitio, masajes y ecos de rodilla para descartar tendinitis e inflamaciones en los tendones.





Entre el domingo y hoy sumo 22 km, sin dolores, sin ibuprofeno y casi al 100%, me falta todavía acumular kilómetros, para ver si es verdad que estoy totalmente recuperado. Lo que si puede decir es que mi mente ha descansado y que he cargado las pilas, vuelvo a tener muchas ganas!!!.


jueves, 2 de abril de 2015

Peinando la Serra Grossa

Hacía tiempo que no la visitaba y eso que sólo la tengo a 10 minutos de casa, así que esta mañana, en cuanto he podido he realizado mi entrenamiento por allí. Entreno un tanto ambicioso, tal y como tengo la rodilla, pero fuí a por él, 20 Kms y 1000+, como arrebatarle eso a la humilde Serra Grossa?...



En la cabeza había dibujado perfectamente el track a seguir, sabía exactamente los kms que saldrían en cada una de las dos vueltas, dudé un poco con el desnivel, pero me aproximé bastante.



El caso es que cuando terminaba la primera vuelta, a los 10 kms, volvieron de nuevo las malas sensaciones. Estuve a punto de parar y volver al coche, pues lo tenía a pocos metros, pero forcé un poquito, venía otra vez subida y aguanté, al cabo de los minutos no noté nada y decidí continuar..., no salieron los kms que quería hacer porque no hice la misma vuelta, atajé por miedo a fastidiarme del todo.

Aún así fueron 16 kms y 635 +, no está mal para un cojo...

miércoles, 1 de abril de 2015

10 días... desafío lurbel - Calar del Rio Mundo 2015

Sólo restan 10 días. Estoy preparado.., no lo sé, tengo muchas ganas, aunque mi rodilla parece estar "chirriando", el problema coincidió con un cambio de zapatilla, mis viejas Xodus 4.0 por unas Adidas Riot 6. Parece ser que el control de pronación y el cambio drástico de Drop no le ha gustado mucho a mi pierna, aunque las malas lenguas, dicen que dicho control se lo han cargado en la versión 6 de esta zapa.






No lo sé, el caso es que ayer volví a salir a entrenar, unos 12 km, tuve buenas sensaciones, no aparecieron los pinchazos..., vamos a ver...

La semana que viene tocará visita al fisio, descarga muscular, pasar revisión ... y porque no, descartar menisco.

P.D.: Rabasa en Alicante, podría ser un vergel







sábado, 30 de agosto de 2014

Cavalls del Vent


"La fuerza no viene de la capacidad corporal, sino de la voluntad del alma.Gandhi.

Todo empezó hace algunos años, cuando Michel me hizo saber la existencia de esta prueba y con él estuve apunto de hacerla, al final no pude ser y tuvo que embarcarse sólo.

Después de Transvulcania iba a ser mi próximo gran reto, inscribirme en la ultrapireneu, aunque un sondeo de mis conocidos me hizo caer en la cuenta que si quería hacerla me tocaría ir sólo. Pienso que en estos tipos de pruebas es mejor ir siempre acompañado, aunque después cada cual haga su carrera. Así que en vista de que nadie iba a poder a acompañarme a la ultrapirineu, decidí, embaucarme en Cavalls del Vent, la carrera original. Recorrido de 75 km y 5.500 metros de desnivel positivo que discurre en las mismísimas entrañas del parque natural de Cadí-Moixeró.

Para ello tuve que convencer a algunos amigos, tratándose de este tipo de eventos y lo que a ellos les gusta, me costó poco. Me acompañarían, Rafa, Luis, Jose, César, y de Almería Jose y Paco, éste último fué convencido a su vez por Jose. César, montañero y escalador de afición, era el novato del grupo en cuanto a ultras se refería, pero se defendió como el mejor.

Decidimos alquilar un vehículo, un furgón para desplazarnos hasta la localidad de Saldes, en Barcelona. Salíamos a las 9:30 de la mañana desde Castalla y antes de las 18:00 de la tarde, llegábamos al aparcamiento que hay cerca del refugio de Lluis Estasen, en dicho refugio pernoctaríamos la noche después de la prueba. Tuvimos que permanecer en el vehículo hasta pasadas las 19:00 horas, la lluvia impedía ir en busca del refugio. Pero como bien dijo Alex de Pego, una máquina con temas meteorológicos, esta pararía en breve y no haría falta preocuparnos más del cielo. Decidimos usar bolsas de basura para cubrir las mochilas y sacamos los impermeables, de esta forma pudimos llegar hasta el refugio.

Mientras cenábamos, la lluvia poco a poco cesaba e incluso entre las nubes, podíamos divisar un cielo estrellado. Después de divagar sobre qué podíamos hacer si el tiempo no acompañaba, decidimos seguir un poco con el plan original. Así que nos cambiamos y a eso de las 22:30 ya estábamos listos para partir. Nos hicimos las fotos de rigor y sellábamos en nuestro forfait el primer refugio (Lluis Estasen).

El recorrido sería en sentido anti-horario, el mismo sentido en el que se hace la carrera. El objetivo, intentar completar el recorrido en menos de 24 horas.

Primera Etapa: Estasen -> Gressolet.


Aunque la lluvia había cesado, la senda por la que debíamos descender hasta el siguiente refugio (Gressolet), estaba totalmente anegada, es más, entre nuestros pies discurría el agua como si de un pequeño arroyo se tratase. Esto, junto con las raíces de los enormes pinos que poblaban el bosque, hacía que el terreno fuese muy peligroso, tanto que di un par de veces con mis huesos en el suelo.

A escasos cientos de metros del refugio, un gran arroyo se interponía en nuestro paso, debíamos cruzarlo, yo iba el primero, la excesiva confianza junto a las prisas hicieron el resto, resbalé y caí dentro de la poza, llegué a asustarme un poco puesto que el agua me llegó prácticamente hasta el cuello. Gracias a que todo dentro de la mochila lo llevaba dentro de bolsas con cierre hermético, pude continuar la marcha sin mayor problema.



Llegamos al refugio y lo primero que hice fue comprobar el estado de todo el material, quitarme la ropa mojada, secarme y ponerme ropa seca.

Subimos 93 metros y bajajos 570

Segunda Etapa: Gressolet - > Sant Jordi



Dejamos atrás el refugio de Gressolet, comenzábamos a sumar desnivel positivo, subiendo por un barranco y adentrándonos en el hayedo del Gressolet, bastante practicable a través de una pista forestal, hasta el cuello de la Bauma (1577 m). Después de varios kilómetros de pista, perdimos las marcas naranjas de la ruta. Gracias a la buena orientación de César y la confirmación del Dakota 20, nos dimos cuenta, que la ruta continuaba por una senda a mano izquierda del camino, por la cual habíamos pasado varias veces y no nos habíamos percatado de ella. De nuevo encontramos las marcas naranjas, íbamos en la buena dirección. Comenzaban a aparecer los inmensos pinares, acebos y pasturas de media-alta montaña.

Pronto coronamos la cumbre y mientras nos reagrupábamos, apagamos los frontales. El espectáculo de un cielo iluminado por las estrellas, sin ningún tipo de contaminación lumínica, era abrumador. Continuamos con nuestra particular gesta, se alternaban caminos y sendas locales, el Coll de la Bena. Pasando por St-Martí del Puig, se baja al punto más bajo de nuestro recorrido, Cal Cerdanyol (910m). Desde aquí, comenzaríamos la última remontada por el torrente dels Empredrats, entre hayas y pinos, que nos llevaría al refugio.

Subimos 1009 metros y bajamos 667.

Tercera Etapa: Sant Jordi -> Rebost

Una pequeña llovizna, daría paso a una tormenta, menos mal no nos cogió de lleno. Relámpagos y truenos hacían presagiar algo nada halagüeño. Sin embargo, dejando atrás el refugio llegamos a una encrucijada de senderos y viramos a la izquierda, bajando de nuevo a través del barranco hasta Cal Escriu (1310 m), alejándonos de la tormenta, al poco había dejado de llover y volveríamos a ver de nuevo el tan ansiado cielo estrellado.

Al poco nos encontramos bordeando el río Greixer, en ningún momento pensaba que nos tocaría cruzarlo, que bonito es este río, como se oye el discurrir del agua... y zas!!, la ruta lo atraviesa. Con las lluvias, el paso por donde debíamos cruzar había crecido y con ella la fuerza del agua. Esta vez y acordándome lo que había pasado unas horas antes, no me la jugué, clavé el primer pié dentro del agua y atravesé el río sin hacer ningún tipo de malabarismo. Más adelante y conforme subíamos por la senda nos tocaría volver a cruzarlo alguna vez más, así que volveríamos a mojarnos los pies.



Cruzaríamos la C-16 y comenzaríamos la remontada por un prado, posteriormente la senda se internaría por un bosque frondoso, donde había que apartar las ramas con las manos para poder abrirse paso, hasta llegar a casa Millares  (1230 m), de la cual parte de nuevo la senda por la izquierda, volviendo de nuevo a bajar.

Al poco, y entre bosques, volveríamos de nuevo a subir, un tramo bastante empinado, primero camino forestal, después senda, comenzaba a amanecer, por fin podíamos apagar los frontales. La senda, a la izquierda, dejaba entrever la grandiosidad del Alt de Berguedá, rodeado del Cadí y el Moixeró, paramos para recrearnos la vista y hacernos unas fotos, habíamos llegado al siguiente refugio.

Subimos 939 metros y bajamos 864

Cuarta Etapa: Rebost -> Niu de l'aliga

Salimos del refugio de Rebost, prácticamente de día, un poco apesadumbrado puesto que a las 7:00 AM el refugio aún permanecía cerrado a cal y canto y no pudimos tomarnos una buena taza de café con leche que nos hubiese levantado el ánimo. 

Ascendimos por un sendero zigzagueante y eterno hasta alcanzar Comafloriu, por el GR150.1 y cruzando un prado donde pudimos contemplar un zorro de la zona, alcanzamos el inicio del barranco que nos llevaría al Niu de l'aliga, punto más alto de la ruta (2513 m). Sin darnos cuenta, dejamos un poco atrás a Rafa, César, Jose y Luis, por delante, Paco, Jose y un servidor. Las altas cumbres y el cielo totalmente despejado nos hacía un regalo a nuestros ojos, hasta una manada de rebecos se cruzaron delante de nuestro camino, la silueta del refugio también aparecía en el horizonte y en lo más alto de la cumbre.

Llegamos al refugio, nos descalzamos y mientras Jose llegaba, Paco y yo pedíamos un buén Café con leche y un bocata de Jamón con tomate. Al final, todos volvimos a reagruparnos allí. 


Subimos 880 metros

Quinta Etapa: Niu de l'aliga -> Serrat de les Esposes

Paco y Jose, los dos compañeros de Almería, decidieron continuar. Yo decidí quedarme con los de Onil (Luis, Rafa, Jose y César). El siguiente tramo sería bastante duro. Terreno un tanto técnico, había que afrontar algunos canchales de pasos áereos y roca escarpada, así que decidimos tomarlo con calma, un mal traspié, y podías acabar despeñandote. El Coll de Jou, un antiguo paso de contrabandistas y maquis, daría comienzo a la última rampa de subida a Penyes Altes. Terminamos de bajar por Collet de Roset y llegamos a un prado, el prat de Moixeró, caballos y vacas, muchas vacas delante de nosotros. Cruzamos el prado y al poco bajábamos por un torrente, empinado y embarrizado, las caídas aquí eran casi seguras, así que optamos ir pisando la hierba que seguir la senda.





Llegabamos a una pista, el Grau de l'Os, algunos kilómetros después, cambiaríamos la pista por una senda empinada que nos llevaría al refugio.



Subimos 360 metros y bajamos 1455

Sexta Etapa: Serrat de las Esposes -> Cortals



Cargamos los depósitos de agua y sin perder mucho tiempo partimos hacia el siguiente refugio. Ascendimos por una pista, pronto, un pequeño sendero se abriría a la izquierda y dejaríamos la pista atrás, hablé con mis compañeros, me notaba bien de fuerzas y decidí tirar un poco más. 

Al poco de dejarlos, perdí las marcas naranjas y tuve que volver a la última que había visto (esto es siempre recomendable, antes de aventurarse y perderse todavía más), volví a reagruparme con mis compañeros, saqué el Garmin Dakota, puesto que el de muñeca se había quedado sin batería y encontramos de nuevo el sendero y las marcas que anteriormente habíamos perdido. Me volví a separar de ellos y en ese mismo momento vi como por detrás, a la altura de mis "compis", alguien pasaba trotando como yo, era Paco, se había perdido y le había pasado algo parecido a mí, pero en vez de unos cientos de metros, era de unos cuantos kilómetros.

A lo largo de este tramo, pude observar que muy cerca de la senda, se sucedían diversas variedades de setas, entre ellas, la que más me llamó la atención fué un ejemplar de Amanita muskaria, como dice un buen amigo mío, la seta de David el Gnomo.


Llegábamos a Cortals, preguntamos al chico del refugio por Jose y nos respondió con otra pregunta... ¿Un chico de Almería?... sí... se comió un bocadillo y continuó con la marcha. Recargamos de nuevo los botes de agua, le pegué un buen trago a un bote de bebida isotónica y continuamos la marcha.

Subimos 196 metros y bajamos 97

Séptima Etapa: Cortals -> Prat D'aguiló

Antes de abandonar el refugio, Paco preguntó al guarda si la senda a la que nos enfrentábamos era igual que la del último tramo... este contestó... bueno... algo más abrupta... tenéis que subir hasta allí, apuntando con su anular a la parte más alta de una cresta, con apariencia rocosa, que se veía en lo más alto... el Pas del Bous (2253 metros). Ni siquiera cruzamos miradas, pero ambos sabíamos perfectamente a qué nos enfrentábamos.

Salimos al trote de allí, Paco un poco por delante de mí, aunque al poco estábamos otra vez juntos, camino forestal hacia el torrente de Vimboca, viramos a la izquierda y a los pocos metros, el track nos desviaría por una senda empinada y angosta, al poco y a lo lejos, en un prado podíamos divisar la silueta de otro corredor, era Jose. 

Conversamos animosamente, Jose nos comentó que también se había perdido y que le había llevado algún tiempo encontrar de nuevo el camino. Ahora continuaríamos los tres un rato, hasta llegar a una zona bastante empinada y alpina, la collada de Vimboca (1848 metros) senda aérea con pasos de roca, Jose se quedaría atrás, precisamente estábamos donde el guarda del último refugio nos dijo que teníamos que subir.

Dejábamos atrás el Moixeró, nos adentrádamos en el Cadí, la bajada, al igual que la última subida, muy empinada y pedregosa, había que ir con cuidado porque era fácil resbalar, los cuadriceps como en otras muchas ocasiones nos servía de freno... ya empezaban a chirriar!!

Continuábamos bajando, el paisaje era espectacular, flanqueábamos el Cadí en dirección NO, senda que discurría por la ladera de la sierra, a medida que bajábamos, la frecuencia con la que pequeños bosques de pinos nos daban sombran eran cada vez mayor. Pronto llegaríamos al Pla de les Creus, Paco se distanció un poco, paré a sacar una barrita y cuando me di cuenta ya no le veía. Continué avanzando y al poco el refugio estaba delante de mí, Paco acababa de llegar y se disponía a llenar los depósitos de agua para volver a partir. Decidí parar a comer algo, no más barritas, me pedí un bocata, mientras daba cuenta de tan suculento majar, Paco se marchó.

Terminé de comer y cuando me disponía a salir del refugio e iniciar la marcha, Jose llegaba al refugio, lo esperé y salimos los dos juntos de allí.

Subimos 828 metros y bajamos 321

Octava y última etapa: Prat D'aguiló -> Lluis Estasen

Había oído antes de salir, que hasta que no coronáramos de nuevo el Cadí, no encontraríamos marcas naranjas de Cavalls del Vent, deberíamos guiarnos por las marcas de PR124 (Camí dels Segadors). Así que eso haríamos, al poco comenzaríamos el ascenso, el último ascenso, al poco Jose quedó detrás, yo quería quitarme cuanto antes esa angosta pendiente y comencé a tirar. Cuando llegué a la cima, a Jose ya no lo veía, así que decidí seguir.



En la cima, un bonito y extenso prado se abría ante mis ojos, la niebla también comenzaba hacer acto de presencia. Crucé el prado y atravesé el Pas dels Gosolan (2430 metros que daba paso a otro prado el cual descendía poco a poco. Otra vez, el paisaje alpino era brutal, la niebla se hacía cada vez más espesa, comenzaba a no verse a más de 10 metros, no pude contemplar el imponente Pedraforca.

Comenzaba a bajar, por una pista que zigzagueaba, en una piedra pintada la marca naranja del track y justo detrás de esa piedra y de forma perpendicular una senda bien marcada. Bajé por ella y cuando llevaba un rato, advertí que no había visto hace rato las marcas, saqué de nuevo el GPS y vi que estaba en track. Era bastante raro, volví hacia atrás, subiendo por la senda, pero el GPS marcaba "fuera de ruta", así que tenía que decidir si seguía las marcas naranjas o el track de mi GPS. 

Decidí lo segundo, así que pronto llegaría de nuevo a otra pista, en la cual volvía a tener marcas de ruta, tanto a la derecha como a la izquierda, por un momento me sentí perdido, no sé que significaba eso, me serené y aplicando la lógica pronto me di cuenta que lo que reflejaba el track de mi GPS era un atajo.
Cogí el camino hacia la derecha, suponiendo que esa era el sentido que hubiese seguido si no me hubiese desviado por la senda anterior. 

Al poco y a pié de camino, encontré unos indicadores, en uno de ellos, podía leerse Saldes, no podía estar equivocado, a las malas llegaría hasta el pueblo, muchos más kilómetros, que en teoría al refugio de Estasen, pero ya no estaba perdido. El GPS me indicaba que estaba en track. La pista era eterna y al poco me di cuenta que era la misma pista donde el día anterior dejamos aparcada la furgoneta. Así que supuse que pronto encontraría el aparcamiento y las escaleras que me llevarían al refugio.

Durante todo este tiempo, me preocupé bastante por mis amigos, Paco delante de mi sin GPS, Jose detrás, sin batería en su reloj y con un 8% de batería en el móvil. Por detrás, César, Rafa, Jose y Luis, sólo siguiendo las marcas oficiales. Saqué el teléfono y los llamé, pero los teléfonos parecían apagados o fuera de cobertura. Pensé en llegar al refugio y lo primero que haría sería volver llamarlos por teléfono, por un momento se me antojó una noche larga esperando noticias de alguno.

Después de correr un buen rato a un buen ritmo, a mi derecha, aparecían numerosas marcas naranjas, apuntaban a una escalera de tierra, raíces y madera practicada sobre la misma montaña. Ascendí por ella, otra vez, el bosque de pino albar, pino negro, abeto y algunas hayas arropaban la senda, a unos cuantos metros, veía la pared trasera del refugio. Había llegado al final de esta gran aventura.

Subimos 470 metros y bajamos 810

Entré en el refugio y sellé el forfait. Cuando estaba cogiendo la ropa para ir a la ducha, alguien por detrás pronunció mi nombre, me di la vuelta y era Paco, ya se había duchado y cambiado. Me alegré de verlo, mis pensamientos sobre la posibilidad de perderse, por lo menos con él, se había desvanecido. Comentamos el tema de la niebla y la facilidad para perderse, además estaba cayendo de nuevo la noche. Volví a llamar a los compañeros que faltaban, otra vez la comunicación fué imposible.

Fuí a ducharme y cuando estábamos cenando, Paco y yo, Jose hacía acto de presencia. También nos comentó su particular odisea con el tema de la niebla. Por último, Rafa, Luis, Jose y César también entraban en el refugio. Siempre se ha dicho que 8 ojos ven más que dos...






domingo, 18 de mayo de 2014

Transvulcania 2014 y la isla de los volcanes

Los retos, son los que hacen la vida interesante, superarlos es lo que hace que tenga sentido. Joshua J. Marine 


Arribamos con la guagua (así es como llaman los canarios a los autobuses) al faro de Fuencaliente, todavía no habían asomado las primeras luces del alba. Bajando del autobús, noté los primeros latigazos de un fuerte viento que sería un compañero más en el lugar de salida. Me acordé de Rafa, que la noche anterior apuntaba a que deberíamos llevarnos algo de abrigo para recogerlo en meta y no enfriarnos. Menos mal que escuché su consejo e hice caso, las temperaturas no eran bajas, sin embargo nadie había contado con ese factor y la sensación térmica cambió bruscamente.




El speaker se apresuraba en decir que no aguardáramos hasta el último momento para cargar la ropa en el vehículo, aunque hicimos caso omiso y abrigados intentamos resguardarnos detrás del edificio del faro. Cualquier probabilidad de refugio por pequeño que fuese estaba ocupado por corredores, había que tener cuidado de no pisar a nadie.



El tiempo continuaba pasando, y a falta de menos de una hora decidimos levantarnos y acercarnos hasta el camión, era el momento de desprenderse de la chaqueta. Nos apresuramos en meter la ropa en la bolsa habilitada para tal fin y la echamos dentro del vehículo. A la izquierda y abajo, cerca de la playa, vimos como la gente se agolpaba..., no me había dado cuenta antes de que la salida estaba colocada allí. Así que bajamos, pasamos el control y nos situamos en la cola de salida. El viento allí parecía dar alguna tregua.



Poco a poco iban llegando todos los corredores, a falta de 15 o 20 minutos, se colocaban en cabeza los corredores profesionales. En un abrir y cerrar de ojos el speaker anunció la salida y la marea humana comenzaba a moverse. En los primeros compases, solo podíamos andar y muy despacio. En la primera cuesta, la gente se agolpaba al final de ella cual rebaño de ovejas saltando por encima de los obstáculos, tenía su puntazo cómico.



Prácticamente no nos movíamos, así que decidí salirme del sendero marcado y pisando arena blanda de la playa, comenzamos a subir y adelantar a corredores, Iván y Jose me seguían, Rafa decidió tomarse las cosas con más calma.

La pendiente no daba tregua, unas veces más suave, otras veces más abrupta, pero siempre pendiente. Aparecían las primeras luces del alba, el color oscuro característico de aquellos paisajes comenzaba a contrastar fuertemente con la luz clara del día. Al poco abandonábamos la senda y nos internábamos en un camino, podíamos abrirnos y descansar de ir pendiente del corredor de delante para poder superarlo.

Al poco llegaríamos a Los Canarios, los ánimos, las palmas y la ovación de la gente empujaban, sin darte cuenta las pulsaciones se disparaban porque además seguíamos subiendo. Al poco, los corredores profesionales de la media maratón comenzaban a cogernos y nos apartábamos para que pudiesen pasar. Hice un intento de apartarme de la cola de los corredores de la ultra y seguir a un corredor de la media, al principio me pareció que llevaba un ritmo que podía seguir, transcurridos unos segundos detrás de él me di cuenta que si lo seguía pronto terminaría mi carrera.



Miré hacia atrás y Jose ya no nos seguía, del grupo inicial, Iván y yo íbamos en cabeza. Nos alternábamos delante, a medida que pasaban los kilómetros, aunque pronto perdería de vista a Iván, su ritmo más fuerte que el mío, iba dejándome atrás poco a poco. Mientras paraba para quitarme la zapatilla y limpiar el interior de arena, Iván me miró sorprendido y me comentó algo: "has visto a ese?", no me dí cuenta, pero alguien cayó y se dio de bruces, su cara parecía un cristo, chorreaba la sangre. 



Las arenas tintadas por el oscuro pasado volcánico se abrían ante nuestros pasos, a más de mil metros del nivel del mar, todavía seguíamos pisando arena, era como si al coronar la siguiente cima, nos fuésemos a encontrar con la orilla del mar, aunque esta, ni siquiera podía verse, incluso intentando hacer un esfuerzo para poder divisarla desde el pico más alto, un mar de nubes blancas, se interponía entre nosotros y el atlántico. Llegábamos a las deseadas, km 16.5. Alguien de la organización me comentó apuntando al siguiente pico, que ese sería el último en ascender y que después llanearíamos hasta bajar al refugio.

Después de ese pico, la pendiente, daría algo de tregua, tornándose en sentido negativo, comenzamos a descender, de forma muy suave para llegar al área recreativa del Pilar. Cresteando por zonas muy bonitas de sendas marcada con piedras, en otros lugares, el sendero solo dejaba paso a una persona, a izquierda y derecha los acantilados interminables ponían los pelos de punta, a la vez que sorprendía la belleza del lugar.




Al llegar al avituallamiento del Pilar, encontré a Iván, él salio antes que yo para poder atender otros menesteres asociados con sus intestinos para que así y de esta forma pudiese volvernos a ver otra vez. Poco tardé en estar allí, mis botellas todavía estaban llenas de agua y después de comer un poco "dulce de batata" (tengo que reconocer que está bien bueno), dejé el avituallamiento y continué.




Un largo y tortuoso camino forestal me esperaba hasta llegar al siguiente avituallamiento, el reventón. Ya comenzaba a notar los kilómetros en las piernas y los esfuerzos de las primeras subidas comenzaban  a pasar factura, prácticamente hice todo este trayecto trotando. Durante este tramo, la parte anterior del dedo gordo del pié derecho, comenzaba a doler, por un momento empecé a dudar, por un momento pensé que cabía la posibilidad de que si esto iba a más pudiese ser motivo de abandono. Llegué al avituallamiento, me quité la zapatilla y moví el calcetín a la altura de donde me dolía, me puse crema solar en los hombros y brazos y sorprendentemente apareció de nuevo el incombustible Iván. Me contó que había retrocedido para buscarme, porque pensando que estaba más atrás... Le dije que esto no lo volviese hacer más, cualquier metro que hagas de más, en estas carreras, puede suponer entrar en meta o no.




Continuamos juntos, un rato, hasta que yo empecé a notar que algo no iba bien. Sería entre el kilómetro 32 al 35. Mis piernas no respondían, las subidas eran un calvario y solo en las pequeñas bajadas encontraba un poco de alivio. Iván se perdió y yo me había convertido en un "caminante" (alusión a la serie televisaba "The Walking Dead"). Así no podía continuar, así que eché mano de un ibuprofeno y un gel de cafeína, justo coincidía con la llegada al avituallamiento del Pico de la Nieve. Con una manguera, rociaban de agua la cabeza de los corredores, me mojé la cabeza y la gorra. Parece que aquella mezcla de agua-gel cafeína-ibuprofeno me hizo resucitar. Volví a coger unos ritmos parecidos a los anteriores y comencé de nuevo a tirar. Trotaba en las rectas, andaba deprisa en las subidas y me dejaba caer en las bajadas.



El paso por el pico de la cruz fue bastante fugaz, cogí un  bocata y me lo comí mientras andaba, a lo lejos veía las cúpulas del observatorio del roque de los muchachos, suponía el fin del ascenso, por el momento, ello me animaba a seguir empujando. En el box habilitado para los corredores no se podía estar, mucho calor, y mucha gente, así que cogí un plato de macarrones fríos, aquello no había forma de metérselo en el cuerpo. Llené las botellas, me mojé la cabeza de nuevo e inicié la marcha.

Comenzaba a estar casi recuperado del todo, así que empecé a trotar y bajé los 18 kms de bajada a muy buen ritmo, no sé a cuantos corredores pasé..., pero lo que sí se es que adelanté a muchos de ellos, como cosa curiosa, encontré a gente andando de espaldas hacia atrás..., estaban destrozados muscularmente y las rodillas no les aguantaban más.



Llegué al puerto de Tazacorte, pronunciaron mi nombre y me vine arriba otra vez, aquello era una fiesta, la playa al lado y la gente te ovacionaba y aplaudía a tu paso, la carrera prácticamente la tenía en el bolsillo. A un corredor que venía detrás de mí, le pedí que sacase el último gel de mi mochila y mojándome la cabeza , por enésima vez, intenté dar el último empujón.



Dejé la playa atrás y comencé a subir por un barranco (con lo que me gustan a mí), las paredes escarpadas por la erosión del agua eran alucinantes, a los 2 o 3 kilómetros dejábamos el barranco, para subir por una de sus laderas y conectar con el barranco de las angustias (ahora ya se porque le llaman así), desnivel de 300+ para llegar a la recta final a meta. Subí a muy buen ritmo, otra vez y andando, comencé a adelantar a gente, en una de las curvas llegué a divisar a Iván, lo llamé, pero estaba como descolocado, incluso hizo un gesto con la mano que no entendí. Cuando llegué a su altura, me comentó que se había desmayado y que había estado un buen rato para poder recuperarse y volver a caminar.

Intenté trotar cuando coroné la cima del barranco, pero los músculos cuadriceps comenzaban a fascicular, de un momento a otro sufriría un calambre, así que me calmé y comencé a caminar. a los 5 minutos lo volví a intentar, la gente animaba pero no podía arrancar, no todavía. Llegando a la penúltima curva, arranqué y esta vez no dejé de trotar hasta la meta.




Quería dar las gracias a Rafa, Iván y Jose, sin su compañía, este viaje hubiese sido muy difícil.

También dar las gracias a toda nuestros vecinos Canarios, han puesto el listón muy alto en hospitalidad y amabilidad.

En cuanto a la organización de la carrera, un notable. No pongo sobresaliente, porque se de gente que venía detrás y parece ser que faltó agua en algunos avituallamientos. En cuanto a los equipos de salvamento y voluntarios, un 10, estuvieron a la altura en todo momento.