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jueves, 27 de octubre de 2011

2:30 AM - Cima del PuigCampana

Eran las 2:30 AM, cuando desde la cima del PuigCampana, a 1409 metros (esta vez el Garmin Forerunner acertó de pleno en su aproximación de altura 1406, supongo que los chicos de Garmin han hecho bien el trabajo en este último firmware), Hortensia, Jaime y un servidor, podíamos divisar la maraña de luces de todas las poblaciones costeras desde Santa Pola hasta Altea.

Calculamos unos 8 o 9º, no era un frío extremo, pero las rachas de viento allí arriba hacía que la sensación térmica fuese de algunos grados menos. Jaime estaba como en casa, en el calor del hogar.

Ascendimos por la cara este del macizo, partiendo del "Barranc de la font del molí". La noche era cerrada por la ausencia de luna, así que tuvimos que poner a punto nuestros frontales. En los primeros kilómetros de ascenso, siempre siguiendo un PRV, podíamos percibir, gracias a las siluetas desdibujadas por las luces de nuestros frontales, que se trataba de un paraje con bastante vegetación, a medida que seguimos ascendiendo, este entorno abrió paso a otra mucho más seco y rocoso; las ramas y troncos carbonizados de los árboles asolados hace unos años por el incendio que dejábamos atrás, mientras trotábamos, helaban todavía más el corazón.

Era poco más de la 1:15 AM cuando hacíamos un primer descanso, apagando los frontales y mirando al horizonte podíamos contemplar un cielo totalmente despejado, la contaminación lumínica era practicamente nula por lo que hacía que el cielo fuese un espectáculo de luces.

La subida cada vez se hacía más angosta, el paso bajo nuestros pies era técnico pero no revestía mayor dificultad, hasta que al fin (sobre las 2:30 AM), coronamos y podiamos tocar con nuestra mano el vértice geodésico.

La bajada fué bastante más divertida, una vez dejamos atrás los grandes riscos y el peligro se había minimizado, solo era cuestión de trotar. Siguiendo la senda que bajaba de la cima, llegamos a un punto de ésta se cortaba y daba paso a un manto de gravilla o pedrera totalmente empinado, que ciertamente, si hubiese ido solo creo que lo hubiese pasado mal, daba la sensación de que nada más pisar acabarías dando con tus huesos al final de la bajada. Sin embargo, Jaime dijo algo en voz alta y se dejó caer como al que sigue el diablo, creo que incluso llegué a mirar hacia atrás por si algo o alguien nos seguía... :-). a los 10 segundos había recorrido casi lo mismo que habiamos echo en 5 minutos. Me tocaba a mí y puse el primer pié, cuando me dí cuenta que era como si pisases arena y el pié estaba en todo momento superamortiguado y el cuerpo frenado comencé a dar pequeños saltos, la sensación era supercuriosa, no bajé como Jaime pero al momento estaba a su lado, después le tocó el turno a Hortensia, una vez reunidos los tres proseguimos con nuestro descenso hasta llegar al refugio del centro excursionista de Alicante. Aquí hicimos otro descanso y encaramos la última parte de nuestro singular viaje, pude probar por primera vez y de la mano de Jaime, los madroños, (grasia maeztro!!) y yo que pensaba que esto era autóctono de la sierra de Guadarrama, 4 o 5 kms más y llegamos al coche.

Birras, bocatas, cacahuetes y felices el alma.

Un 10 por el track y el guía, ese Jaime.
Un 10 por Hortensia, hay que echarle ganas y valor para hacer lo que hizo ella, una hora y media de coche para perderse por algún lugar en las montañas de Alicante con otros dos locos.

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